El mes de noviembre fue designado, en el año 1971, como Mes de la Familia por el decreto 1656 del Poder Ejecutivo, gracias a la solicitud del Movimiento Familiar Cristiano, con el fin de realizar campañas no sólo de recaudación de fondos, sino para la formación integral de las familias con el propósito de que éstas sean formadoras de personas, educadoras en la fe y promotoras del desarrollo integral de todos sus miembros.
Es bueno que, al menos una vez al año, cuando se nos olvida que la familia dentro del Plan de Dios es el puntal y la base de la sociedad, la traigamos de nuevo a nuestra mente y no nos suceda lo que nos dice San Pablo en su carta a los Romanos: “Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos.
En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo.
En resumen: Yo, de por mí, por un lado, con mi razón, estoy sujeto a la ley de Dios, por otro, con mi carne, a la ley del pecado. ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de Jesucristo, a quien doy gracias”. (Rom 7,18-25)
Y es que sabemos cómo vivir en familia, pero veleidades del tiempo nos hacen nublar la vista y el corazón y perdemos la brújula para lograr el camino. Por eso la importancia de la oración y los sacramentos para evitar caer en las tentaciones del mundo, el demonio y la carne.
Este año durante este mes de noviembre, y con una temática diferente y en concordancia con la Pastoral Familiar, deseamos unirnos al tercer Plan de Pastoral, donde trataremos la Hospitalidad dentro de la Acogida, que es el tema de todo el año. El eslogan será: “Familia: soy parte de ti, eres parte de mí”.
Y como acción principal, tratar de recibir cada día a cada miembro de la familia con un abrazo o un beso, hacer una cena familiar, compartir experiencias positivas que han vivido, y hasta tomarse una foto en familia. Que durante este mes de noviembre tratemos al menos de vivir como familia dentro del Plan de Dios. Darnos cuenta que lo más importante es la familia y debemos luchar por preservarla de una manera efectiva.
El Movimiento Familiar Cristiano tiene programada para hoy, la celebración del “Tercer Encuentro Nacional del MFC del Tercer Milenio”, en el Monte de Oración, Moca, y conjuntamente un Primer Encuentro Nacional de Jóvenes con la asistencia de dos jóvenes y la Pareja Presidente del Secretariado Para Latinoamérica del MFC, con sede en México. Dicho Encuentro es para llevar a las familias el Proyecto Solidaridad Evangélica, con la nueva metodología del MFC, con la asistencia de familias de cuatro diócesis del país, si el tiempo nos lo permite.
Vamos igualmente a orar por esas familias que han sufrido en carne propia el dolor de perder un ser querido, su hogar, sus pertenencias. Vamos a orar para que el Señor les ayude a no perder la esperanza en la comunidad que los acoge y la hospitalidad, a pesar de sus propias necesidades. Ha sido una verdadera tragedia este acontecimiento que nos ha sorprendido a pesar de tantos adelantos tecnológicos.
Lo que indica que el hombre sigue siendo el personaje central del mundo de hoy, no importa cuánto avancemos científicamente y técnicamente, y es el hombre por el que hay que luchar. A lo largo de esta semana, nos hemos sentido impotentes ante el dolor humano. ¡Cuánta incapacidad! ¡Cuánta falta de profesionalidad! ¡Cuánta gente sufriendo por la falta de conocimiento y dirección! ¡Cuánta gente en el medio sin saber qué hacer!
¿Cuándo es que vamos a comenzar a educar a este pueblo? ¿Cuándo es que vamos a olvidarnos de la politiquería y vamos a comenzar a trabajar unidos por una misma causa común: el pueblo? Ya basta de intereses malsanos y egoístas. No se puede “contrariar” a los ríos. Hay que mantener lejos de ellos a la ciudadanía. Debemos recordar que “Dios siempre perdona, el hombre a veces perdona, pero la naturaleza nunca perdona.”
Lo que se le hace a ella, lo devuelve con creces y en esto no debemos ser tolerantes. La historia nos lo recuerda constantemente. Construcciones en cañadas. Hacinamiento por doquier.
¿Cómo es posible que en pleno siglo 21 aún haya casuchas de adobe y pisos de tierra y seres humanos viviendo en condición tan paupérrima? ¿Dónde está la solidaridad con los necesitados? ¿Cuándo trabajaremos por el bien común, y no por los propios intereses?
Que San Martín de Porres, cuya fiesta celebramos hoy, interceda por nosotros ante el Señor para que las familias dejen de ser objeto para convertirse en sujeto de su propio desarrollo, y luchen por descubrir la grandeza de sus vidas en el pueblo de Dios, que es la Iglesia. Amén.
Listin Diario